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CAPÍTULO XVI Caridad con ei prójimo La sefial cierta de que un alma ama perfectamen– te a Di os es su caridad con el prójimo . «En es to co– nocerán que sois mi s di scípu los, en que os amáis unos a otros » dice Cristo. «Estos dos ;-¡mores son absolu– tamente inseparables en tre si, porque nacen de un solo pr incipio , que es la caridad, la cual es una so la virtud con esos dos res pectos o té rminos que la espe– cifican, de modo que es enteramente irnpo, ible ama r a Dios sin ama r al prójimo, y al prójimo sin ;,mar a Dios )) . (1 ) Si, pues, como henws visto, su amo r a Dios llegó a ser tan perfecto, qu e hubiera querido amarle, si le fuera posible. con el mismo amor inmenso con que eterna y necesariamente se ama ¿cmíl seria su amor al prójimo , especialmente a los pobres y necesi– tados, sabiendo que en ellos quiso quedarse repre– sentado su adorable Redentor? A semejanza de S. Pablo, podía dec ir de sí el Beato Diego: ¿Quién está enfermo, y no enfermo yo con él? Alegrarse con los que se alegre n, llorar con los que llora n, ser todo de todos por ganarlos para Cristo, he aquí el lema del Varón de Dios. Pafio de lágrimas de toda Andalucía, quizás no hubo una en- (1) El Ermitaiio perfecto, pág. 610 18

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