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- 255 - jaba por conocerlo, y no hay duda que seria continuo y sin intermisión su amor, porque lo era tamb ién su esmero en aquel santo ejercicio )) , «Amaba a Dios con todo su corazón, porque fue– ra de El nada quería ni estimaba en este mundo: le amaba con toda su alma, porque se gobernaba en to– do por lo que entendía ser su santísima voluntad; y le amaba con todas sus fuerzas, sentidos y potencias, porque todas las ocupaba de continuo en obsequio de su Criador. Le amaba con la voluntad, con los afectos y principalmente con las obras, que son la prueba más clara del amor. Los conatos de su volun– tad no eran otros que de servir n Dios y de agradar– le en todo , porque en esto consiste el amarle con verdadero amor de caridad. Sus afectos y deseos eran tan intensos, que no quisiera carecer ni por un sólo instant.3 de la dulce memoria y amable presencia del Señor, y los cuidados terrenos y los negocios temporales le servían de contristación y disgusto, porpue le distraían algún tanto la mente de la sola atención al objeto de sus ansias. Sus obras daban bien a conocer lo ardiente de su caridad para con Dios, porque todas dimanaban de su amor, las aso– ciaba con el amor y las ordenaba al amor de su Cria– dor. Cuanto hacía, sus penitencias, sus ejercicios, sus tareas, el despacho de los asuntos que estaban a su cargo, el tratar o el retirarse de las criaturas, eJ. buscar a Dios en el sosiego de la oración y del si– lencio, o el dejar esta apetecible qu ietud para aten– der a la asistencia, consuelo y utilidades de sus pró– jimos todo era por Di0s, todo lo ordenaba y dirigía a Dios, todo era ordenado y corno imperado de su amor grande H Dios . Esta fué la causa formal, efi– ciente y objetiva y final de la fuga que hizo del mun– do, de la generosidad con que renunció y despreció, sus abundancias y delicias, de la ardua empresa de

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