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CAPÍTULO XV Caridad del Beato Diego Cuando el corazón humano entrevé la ve rdad, la bondad y la belleza divinas, nace en él un amor, cen– tella desprendida del fuego de los amores eternos, que es infinito por su objeto, eterno por su duración, divino por su origen, sobrenatural por su compara– ción con el amor terreno, y se llama caridad, pala– bra que no tiene sentido, sino dentro del catolicismo, porque es la di vinización del amor. El amor humano, en contacto con la noche del error , con el frío de la ingratitud, el hielo del desen– gaño y el viento desolador de las traiciones y de la muerte, a pesar de ser tan grande, tan noble y heroi– co, más fuerte que la muerte y el infierno, se extin– gue y muere, como muere y se pudre el corazón de donde brota. El amor de caridad, porque es hijo de Dios y a Dios vuelve, es el ünico que puede prome– ter al corazón humano la inmortalidad, la eternidad y la felicidad, y se llama gracia a ese quid divi– num, a esa participación de la naturaleza divina que convierte en sobrenatural al amor. Hemos dicho que el Beato Diego es un corazón hermosísimo. Si se nos hace tan simpático; si en su corazón todos caben y encuentran luz, amistad, ca– riño y ternura ; si tiene ese imán, esa sugestión, ese atractivo que tienen los corazor.es grandes, es por-
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