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- 2--l-l - tas de la bienaventuranza, es para dejarla en brazos de Dios; cuando desaparece en las puertas del infier– no, es para dejar al réprobo en el seno de la deses-. peración y del eterno abandono. Si en el infierno hubiera esperanza, el infierno se acabaría. El objeto formal de esta vi rtud es la infinita bon– dad, providencia y misericordia de Dios. El material primario la bienaventuranza, el secundario el con– junto de medios necesarios para conseguirlo. Es decir: Sé que Dios es infinitamente bueno para dar– me la bienaventuranza, y que su Providencia me protegerá debajo de sus alas noche y día, y su mi– sericordia me volverá a sus brazos, si peco y me extravío; sé que nunca me faltará su gracia, si elevo a El mi corazón para pedírsela, y que con ella obraré mi justificación; y dándome El la perseverancia final, tendré el justo título para salvarme. En los mismos bienes temporales, en las tribul aciones , enfermeda– des, trabajos , dolores, y aun en la misma muerte, soy objeto constante de su providencia y de sus desve – los; tengo en mi favor dos promesas di vinas, salidas de sus labios, y poseo las dos prendas inestimables del Crucifijo y de la Eucaristía. Y apoyado en esta creencia desde el fondo de mi corazón lanzo este g ri - to de triunfo: In te, Domine, speravi, non confun– dar in aeternum. Este bien que espero es bueno, y por esto mi es– peranza se distingue del temor, que tiene por objeto al mal; está ausente y es futuro, y por esto se dis– tingue del gozo, que es la fruición del bien que ya se posee ; es arduo, tan arduo, corno subir la cuesta del Calvario, la pendiente de la virtud, la cumbre de la santidad, y dar allí el salto de lo natural a lo so– brenatural, de la tierra al cielo, y de la vida mortal a la gloria eterna , y por esto se distingue del deseo, que tiene por objeto las cosas fáciles; es además po-

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