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-240 - posible. » (1) «El entrai1able amor que a esta buena Madre-la Santa Iglesia-tengo, me hacía rebosar el gozo por los ojos, parecerme dulce y sentir tar· darse la hora de sacrificar mi honra y vida y cuanto soy en defensa de su honor y libertad .» (2) «¡Infeliz de mí, que me voy aproximando a la muerte, ateso– rando para entonces las iras del Señor! No obstante, si el amor propio no me engaña, me parece que la fe de las di vinas verdades y la adhesión a las doctri– ·nas y modos de pensar de la Santa Sede se halla más firme y arraigada en mi corazón. ¡Qué se yo si daría mi vida por la menor ceremonia de las que usa en su rito la Santa Madre Iglesia! )> (3) «La misericordia del Señor es tanta con esta su ingratísima criatura, que a pesar de mi continua interior disipación, se ha dig– nado concederme un grande amor a la virtud santí– sima de la fe, con alguna luz de lo que es la fe prác– tica y de cuánto debo esmerarme en dejarme guiar de su infalible enseñanza en todo. Es tanto esto, que en el fondo de mi alma advierto un consuelo y gozo no pequeño siempre que se me propone algún acto de virtud imperado de la fe. V. gr.: Se inclina la . voluntad a algun a cosa defectuosa o indiferente no precisa. Se me recuerda: la fe enseñaría que esta inclinación debe o conviene mortificarse , y al punto aquella mortificación o negación se me propone gus– tosísima . Si yo fuese fiel a esta divina luz, no dudo que aprovecharía en la perfección lo que por mi cul– pable desidia no aprovecho. » ( 4) ¿Qué mayor prueba de su fe que sus ansias del martirio y el heroismo que revelan los textos que acabamos de citar? ¿Qué fl) Cartas de conciencia del 22 de octubre de 1793. (2) «El Director Perfecto •,. Carta del 29 de octubre -de 1779. (3) Cartas de conciencia del 24 de julio de 1798. (4) Cartas de conciencia del 2G de agosto de 1800.

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