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- 237- cumpla; y pueda decir: in fide vivo Filii Dei. Vivo en la fe del Hijo de Dios. Y apoyada la vvluntad en · el precepto divino, y obrando esta misma fe por la caridad que le da mérito y vida , escucha el: Esto fi– delis usque ad mortern et daba tibi coronam vi– tae. Sé fi e l hasta la muerte y te daré la corona de la vida eterna; y realiza además las tres victorias del santo: Sanctiper fidem vicerunt regna, opera– ti sunt justiliam, adepti sunt repromisiones. Los santos por la fe vencieron al imperio del mal, obra– ron la santidad y la justicia y alcanzaron las prome– sas de una vida inmortal y eterna. Fe heroica. - Cuando la fe en los misterios y en los preceptos alcanza su máxima intensidad y heroísmo, sale del corazón a los labios y es el más bello ornamento de apóstol de Cristo. Es entonces cuando se convierte en antorcha que atraerá a la verdad a los pu eblos paganos y encenderá el fuego de las civilizaciones nuevas ; es entonces cuando de– ja aturdido con su valor al tirano y con su sangre conqu ista la libertad; y es también entonces cuando hiere con su belleza divina a la turba de apóstatas y los hace volverse, avergonzados de su cobardía, a las filas de la milicia cristiana. Parecerá mentira que en un siglo tan piadoso como el XVIII y en una na– ción tan creyente como España, fuera heroismo la confesión de la fe ; pero desgra ciadamente la explo – sión infernal de la revolución moderna , conjunto de todas las herejias, acervo de todos los errores, in – mensa caterva de tiranías y de tiranos, de hipócritas redomados y de ladrones encub iertos, necesitaba un hombre que les quitar& la máscara en pleno púlpito, ante treinta o cuarenta mil almas; que deshiciera sus perversas máximas y conculcara su impieda d con fu– ror divino; que hiciera gigantescas piras de sus ltbros infernales y vertiera sobre la ignorancia del pueblo

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