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- 20 - Gritando humilde: «No lo merecemos », Y tembl aban, cual leve flor de arbusto, Ladrones, asesinos y blasfemos; Y no reinaba más que horror y susto De la anchurosa plaza en los extremos. Y en la escena que fué ele impuro gozo Sólo se oía un trémulo sollozo. Orador más popular, en todos los sentidos de : la palabra, nunca le hubo, y a11n puede decirse que Fr. Diego era todo un hombre del pueblo, así en sus sermones como en sus versos, digno de haber na cido en el siglo XIII y de haber andado entre los prime– ros hermanos de San Francisco. » (1) Reforma de la oratoria sagrada.-A este juicio del autor ele los Heterodoxos Espafiol es, página de oro, consagrada a nuestro Beato Diego José de Cá– diz, cuyas apreciaciones más adelante habrem"S de comentar y aun de rectificar, conviene añadi r algu – nas observaciones sobre la parte que al gran Após– tol cupo en la reforma de la oratoria sagrada de s u tiempo . Cuando él emp ieza a predica r , el púlpito español está en la decadencia más dolorosa. Los ser· manes conceptuosos y gerundi anos están todavía de moda, y poco a poco van siendo susti tuidos por la importación de la oratoria francesa , corriente repre– sen tada por el P. Santander. Causa verdadera pena ver a hombres, por otros conceptos venerables, pro· fan ando la cátedra del Espíritu Santo con sermones gerundi anos, mezclando la mitología con la Teología, la historia sagrada con la profana , la literatura grie– ga y latina con la palabra de Dios. En esta absurda y ridícul a mezcolanza ¿cómo no habían de quedarse las almas sin instrucción y doctrina, los vicios sin la corrección necesaria y los pueblos agostados sin el (1) Heterodoxos Españoles.-Tomo III, pág. 052 .
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