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-2'.29 - de su santísima Alma; ya como unido a la divina Persona del Verbo, ya según el ser moral, como fuente y raíz de todas las operaciones, según lo del Evangelio: De carde e.reunt cogitationes etc.; ya como un compuesto de dos corazones, uno de un Dios, cuyas operaciones, qu e llaman los teólogos teándricas, son dignas de nuestra veneración. En cualquiera, pues, de estos modos que se tome o en– tienda , el Corazón de jesús es digno de nuestros cultos y adcraciones, como es claro, sin que pueda censurarse de supersticioso ni de temerario. En este culto, pues, ni en el modo ni en la substan- cia se quita ni se añade cosa alguna, que pueda ser ni ll amarse superstición, ni a las buenas costumbres, ni, en fin, se halla razón alguna por donde parezca pueda ser reprobada esta devoción; y si la h cJy ma– nifiéstese y hágasenos ver, que es lo que toca a quien impugna este culto. Por lo tanto, repi to , soy de dictamen-el que sujeto a la censura de la Santa Romana Iglesia y su~ doctores-se siga en la vene– raci ón a los sa ntísimos Corazones, que había princi– piado el devoto , que pone esta consulta. En este con.. vento de Capuchinos de Málaga a 9 días del mes de X junio de 1775.-Fr. Diego José de Cádiz, Misionero Apostólico ·ca puchino. » (1) No se contentó el Beato Diego con aprobarl a y aconsejarla, sino con practicarla . En sus primeros años de sacerdote quiso estampar su imagen a fuego sobre su pecho, en el lado del corazón, de lo cual sólo la obediencia le hizo desistir; durante su vida apostólica predicó muchas veces del Corazón de je– sús; y entre las reliquias que se conser·van de él, caso muy raro, porque el Beato Diego no solía tener otros objetos que el Crucifijo y algunas pobres es- (1) «Adalid Seráfico». Año 1917, pág. 1S8 I G

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