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- 2:26 - zantes púas, que llevó muchos años apretada a1 pe– cho, en los cilicio-; con que lastimaba sus pies, mus – los, cintura y brazos , y en las crueles disciplinas con que hería y ensangrentaba sus espaldas. Padecía con gusto los dolores y las molestias de sus enfermeda– des , los malos tratamientos de las criaturas y del co– mún enemigo e interiores trabajos y tribulaciones de espíritu, porque veía a su amadísimo jesús padecer inmensamente más en su Pasión. » (1) Esto que é l afirma del V. P. Ruíz, puede aplicársele a él mismo sin variar una tilde. Como la Esposa de los Cantares había formado un haz de mirra en su corazón para compadecer a Cristo. (2) En _el Calvario de Cristo en el siglo XVIII, en el que los reyes y potentados de la tierra se conjuraron contra su Dios y su Cristo, fué intentada, no sola– mente su muerte en cada nación y en cada alma, sino aplastar al infame, borrar su nombre de la tierra, acabar con el catolicismo, al que se señaló un plazo de veinte años para exterminarlo. El odio a Cristo, aparecía simultáneamente en la política, en la cien- (1) Beato Diego José de Cadiz-Oración fúnehre del V. P. Ruíz - Tom. IV pág. 364 . (2) La devoción al Beato Diego a Cristo Crucifi– cado se comprueba por los numerosos Crucifijos que usó y nos ha11 quedado por re:iquia. Citaremos algunos. En Ronda, el Crucifijo grande, que llevaba en sus Misiones y el de S. Vicente Ferrer. En Málaga, en las Religiosas de Bernardas, uno re– galado por el Beato Diego a la M. Zayas. En Córdoba, uno regalado por el Beato al Ayunta– tamiento. En S. Fernando, otro Crucifijo, regalado a la Madre Cayetana Gusenes. y donado por la M. Ignacia Pérez al R. P. Rafael de Ubeda. Finalmente el autor ele esta obra conserva otro, procedente de la familia del Siervo de Dios en Ubrique, y adquirido cuando era niño. Lleva la fecha de 1794 .
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