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CAPÍTULO XII Devoción a la S. Humanidad de N.S. Jesu– cristo. -Devoción a la Pasión-Devoción al Sa– grado Corazón de Jesús. Desde que un alma se arranca de los brazos del mundo, la sagrada persona de CrisLl está noche y día en su inteligencia y en su corazón. Jesús, el Uni– génito del Padre, la sabiduría increada, la hermosu– ra de las hermosuras, la belleza de todas las bellezas, la santidad, la justicia y la misericordia sin límites, el modelo de toda virtud y el encanto e imán de los corazones ... ¿quién, sino El, puede llenar el ansia _inmensa del alma que, huyendo del vacío de las cria– turas, siente la sed abrasadora de su Dios? Meditar en sus altísimas perfecciones, empaparse en su ce– lestial doctrina, recibir con el ansia de la Magdalena. sus palabras de vida, entrarse de lleno en los miste– rios de su unión hipostática, contemplar ese prodigio de los prodigios, esa maravilla de las maravillas. esa grandeza je todas las grandezas, que es la persona de Cristo, Rey de Reyes y Señor de los que domi– nan; abarcar, si es posible a una inteligencia limita– da, la inmensidad de su potencia creadora, la obra de su redención sacrosanta, el tesoro infinito de su gracia, el valor y eficacia de sus méritos, su acción justificadora en millones de almas, su magnificencia como Rey inmortal de los siglos... es lo que llena por completo la vida del santo, porque El es la úni-

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