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-219- cio y Misa, el Ilmo. Auxiliar de Sevilla e inmenso concurso, predicaba por última vez a la Divina Pas– tora. Fué aquel sermón, que duró dos horas y los de– jó a todos asombrados, como su testamento , el acto de legar a la Orden, allí representada por su Gene– ral y la Provincia, y a la Iglesia de Sevilla , por sus Prelados, su devoción de toda la vida, su lema y su bandera de combate , antes de morir. El legado ha sido conservado íntegro , y los Capuchinos andalu– ces y los de toda España han sabido recoger y man– tener inhiesta la bandera gloriosa del Apóstol de los tiempos modernos. (1) (1 ) Debemos hacer constar que casi todo el mate– rial de este capítulo lo hemos tomado de un opúsculo inédito, titulado «Influencia del Beato Diego José de Cádiz en el desenvolvimiento y propagación del culto a la Divina Pastora», cuyo autor, el M. R. P. Juan Bau– tista de Ardales, nos ha dado su anuencia para uti li– zarlo.

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