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- 204 - Que habiendo algunos años que su Religión tie– ne pendiente en la Curia Romana la solicitud de que la Sagrada Congregación de Ritos apruebe, y nues– tro Santísimo Padre, el Sumo Pontífice, le conceda el uso del Oficio y Misa que en honor y alabanza de Nuestra Seiiora , con el devoto y misterioso título de Pastora de las Almas, en aquel venerable tribunal ha presentado , y no haber podido conseguirlo, por fal– tarle una recomendación tan poderosa, como la de Vuestra Majestad o la del Rey Nuestro Señor, (que Dios guarde) según se le ha asegurado: Por tanto a Vuestra Majestad suplica humildemente, que por un efecto de su bondad, se digne, juntamente con el Rey Nuestro Señor, encargar a su Ministro en aque– lla corte, que, a nombre de Vuestras Majestades, recomiende este negocio a la Santidad de Nuestro Santísimo Padre, el Señor Pío VI, para su más pron– to y favorable despacho. Para inclinar más bien el real ánimo de Vuestra Majestad a esta piadosa determinación, expone el suplicante a su 1:1lta consideración que, aunque el car– go y oficio de Pastora en la Santísima Virgen, Nues– tra dulce Madre, tuvo principio al pie de la Cruz, cuando nuestro amantísimo Redentor Jesús, en la persona de San Juan, le encomendó a toda la Santa Iglesia, y aun a todo el género humano, para que, a la manera que el Señor había sido el Buen Pastor, que dió su vida por el místico rebaño, así lo fuese la Santísima Señora hasta la consumación de los siglos, con todo , este título y advocación de Pastora que con la mayor propiedad, a semejanza de su Santísi– mo Hijo, le conviene, no se le ha dado públ ica y so– lemnemente hasta principios del presente siglo XVIII. Este se lo dió, por divina inspiración, un español, religioso capuchino de esta Provincia de Andalucía, el V. P. Fr. Isidoro de Sevilla, Misionero Apostóli-

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