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-198- gra al percibir (por su patrocinio) abundantes frutos espirituales en España, América y en casi toda Eu– ropa, (en donde ha ya tiempo que es venerada como Pastora) contemplando y celebrando a innumerables hijos, no sólo puestos en los caminos de penitencia, sino también inflamados en los afectos y ardores de la caridad: una grey copiosa de almas, que fueron ovejas errantes, mas ahora con los dulcísimos silbos y el animoso báculo de esta mística y vigilante Pas– tora, se dirigen a los collados de la gracia y al redil de Cristo. Al acrecentamiento de esta devoción, tan lauda– blemente aceptada, establecida y honrada con los piadosísimos votos y ofrendas de los fieles, secula– res, eclesiásticos, próceres, príncipes y hasta del mismo Rey Católico Felipe V y de sus sucesores, no rehusó de cooperar el Santísimo Señor Clemen– te XI, predecesor de Vuestra Santidad, y de feliz recuerdo, accediendo a las preces de nuestro Emi– nentísimo Cardenal Casi ni, con sus breves: Ad fu– turam rei memoriam y Ad perpetuam rei memo– riam: en el primero, haciendo altar privilegiado al de la Divina Pastora, y en el segundo concediendo benignamente al Rebaño de la Divina Pastora todas las gracias e indulgencias, concedidas a las más cé– lebres confraternidades. Y ¿por qué maravillarnos, si hasta el mismo omnipotente y misericordioso Se– ñor se ha dignado bendecirla, obrando muchos pro– digios en favor de aquellos que, al invocar fervientes a esta dulcísima y suprema Pastora, consiguieron, en sus necesidades y angustias, remedios instantá– neos y el alivio para su cuerpo y para su alma? Por lo tanto, Beatísimo Padre, ruego a Vuestra Santidad que favorezca también esta admirable obra, y para amplificar en gran manera este culto maria– no, se digne aprobar el adj1 nto Oficio y Misa de la

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