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-196- hemos dicho, bendiciendo la nueva imagen de la Di– vina Pastora, en mayo de 1786. En la función predi– có él, y nos ha quedado el croquis impreso del ser– món, en el que la compara al Arca del Antiguo Tes– tamento. (1) El Oficio de la Divina Pastora.-No se ciñó él a ser su apóstol y hacer milagros en su nombre, imi– tando a los antiguos Misioneros capuchinos. La Divi– na Pastora necesitaba Oficio y Misa propios, es de– cir, entrar en la liturgia de la Santa Iglesia. Nadie mejor que el Beato Diego, cuyo nombre llenaba a España y cuya influencia en la corte y cerca de los Prelados era muy grande, para intentar esta empre– sa. El núcleo de los Capuchinos se puso en movi– miento, y los Superiores de la Provincia secundaron con sumo gusto la iniciativa. Escribió el Beato Die– go, a ruego de suyo, dos oficios y la Misa de la Divina Pastora, uno ceñido al rezo de las fiestas de la Santísima Virgen y otro, compuesto con textos de la S. Escritura, acompañando a los dos con un memorial a la S. Congregación. Esto ocurría en 1788. Es preciso conocer la historia de aquellos desdi– chados tiempos para comprender el mérito de la em– presa del Beato Diego. El pensamiento del Gobierno español era separar a los Obispos de Roma. Todos los expedientes de Roma habían de ser mediatizados en Madrid, pasar por larguísimo expedienteo, que agravaba más la tirantez de relaciones entre España y el Vaticano, y los gravísimos conflictos de los Car– denales Lorenzana y Despuig, que, obligados por su conciencia, tuvieron que romper con Godoy y ter– minar en el destierro. Obtener en estas circunstan– cias el Regium exequatur era empresa ardua, y así (1) Véase tomo I, pág. 374.

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