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-193- porción de venerables, entre los cuales se conserva-· ba aquel fervor mariano y aquella devoción a la Di - vina Pastora, rayanos en locura santa, que trasmitió al jovencito Fr. Diego su Maestro, el P. Eusebio de Sevilla, su compañero más tarde y uno de los que más trabajaron en la aprobaci ón del Oficio. De todos ellos bebió a los pechos de la Orden esta devoción, de sus mayores, y es de presumir que este fuera el asunto de sus primeras poesías. Acabó de modelar su corazón el V. P. Miguel de Benaocaz, apóstol en Cádiz de la Divina Pastora . La oración fúnebre de este Siervo de Dios , hecha por el Beato Diego, está dedicada a la Divina Pastora, notándose marcada– mente la imitación e influencia del V. P. Isidoro en la dedicatoria. El Apóstol de la Divina Pastora.-Formado ya• en la escuela de nuestros antiguos Padres, en su pri– mera Misión en Estepona, en la que se reveló como apóstol y taumaturgo, fundó la Hermandad de la Di– vina Pastora con la Regla del V. P . Isidoro, a la que añadió unas «Adiciones )) , que son como una adapta– ción de la Regla primitiva a las necesidades de su. tiempo. En ella tiende el Beato a hacer más frecuen– tes las comuniones, a prohibir los bailes y diversio– nes peligrosas y a cortar pleitos. (1) Predicó poco después la primera novena a la Divina Pastora en Ronda, y siguiendo la costumbre de los grandes Mi– sioneros capuchinos, se !procuró un estandarte para sus Misiones. Al llegar a una ciudad o pueblo, des– plegaba este estandarte, que entregaba a la primera autoridad, unas veces el Sr. Obispo, otras el Capitán General (O' Relly lo llevó en el Puerto de Santa Ma– ria) o el Corregidor mayor, y se organizaba la proce- (1) Adiciones, etc.-Véase «El Adalid Seráfico" . Año 1817, pág. 173

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