BCCCAP000000000000000000000178

-192- ,colocando en el altar una Divina Pastora de talla, obra del escultor Bernardo de Gijón. Clemente XI expidió una bula, aprobando la nueva devoción y concediéndole singulares indulgencias y gracias. Durante la estancia de Felipe V. en Sevilla, en 1729, el cual visitó al convento y profesó mucha de– voción a loi- Capuchinos, el V. P. Isidoro pidió au– ,diencia en el Alcázar y dió a conocer a la reina y a toda la familia real la nueva devoción. Ingresó toda la familia real en la Hermandad; dió el rey una dotación anual; nombróse al rey Hermano mayor perpetuo; se celebró una magnífica novena, y la devoción se puso .de moda en la corte y en toda España. Ya en el in– termedio del 1703 al 1729, se había extendido por toda Andalucía y se le habían erigido hermandades y .altares; pero desde esta fecha su incremento fué tal, que los más afamados pintores se tuvieron que dedi– car a pintar exclusivamente cuadros de la Divina Pastora, distinguiéndose Bernardo Germán Llorente y Tovar. Su imagen se encontraba en todas la casas; ·no quedó pueblo ni ciudad, donde no se levantaran altares, y hasta el cieb confirmó esta devoción con ruidosos milagros, que se conservaron autenticados en la Biblioteca del Palacio Arzobispal de Sevilla. En vida del V. P. Isidoro esta devoción se extendió por toda España, nuestros misioneros la \levaron a Venezuela, Colombia, Cuba, Méjico y a otros paises, _y se pudo decir que dió la vuelta al mundo. En 1751 moría en Sevilla el V. P. Isidoro. En 1757 entraba en el mismo convento el jovencito José Caamaño, más tarde Fr. Diego J . de Cádiz. Era Guardián el P. Zalamea, amigo y confidente del V. P. Isidoro, autor de su oración fúnebre. Fresca estaba la memoria de los apóstoles de esta devoción: el V. P. Feliciano de S evilla, y el V. P. Luis de .Oviedo. Vivía el V. P. Francisco de Perusa, y otra

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz