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-1815 - se ven, en el camarín de Nuestra Señora de la Paz, los ladrillos del pavimento gastados y con dos hoyos, de la continuación de orar a los pies de la Santísima Virgen! Las cedulitas de Nuestra Señora.-Disgusto no pequeño fué para él-como hemos dicho en otro lugar-el que un eclesiástico de Galicia le tachara de supersticioso el uso de las cedulitas. Contestóle el Beato una y otra vez, y viendo que no cedía, pro– puso que se sometiesen los escritos de uno y otro a una comisión de teólogos de las Universidades de Sevilla y del Sacro Monte de Granada. El dictamen de los teólogos fué un triunfo para el Beato. Decla– raron que no había superstición, ni vana observan– cia, y que su uso era lícito y laudable. (1) El Beato Diego, no obstante, escribió la ~Apología de las cé– dulas », monumento de su saber y de su devoción a la Santísima Virgen. Murió, pues, con la pluma en la mano defendiéndola. No terminaremos sin afirmar que el Beato Diego fué un Apóstol enviado por la Santísima Virgen a la nación española, como heredad suya. No quiso la Inmaculada que el veneno de la serpiente emponzo– ñara el alma de España, y lo envió para ponerla san– tificada y contrita a los pies de Jesucristo. Así llega– ron a ver los fieles al Beato Diego, mientras predi– caba teniendo a un lado a Nuestro Señor Jesucr}to y al otro a la Santísima Virgen, autorizando con su presencia la predicación y la doctrina de su Apóstol. (1) Aun en el uso de las cedulitas, el Beato Diego sigue a los Padres antiguos y a la tradición de la Orden. La práctica de las cedul!tas la heredó del V. P. Buena– ventura de Ubrique y otros Padres antiguos, y era tan antigua entre los Capuchinos, que se remonta a S . Fé– lix de Cantalicio.

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