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CAPÍTULO X Devoción a la Santísima Virgen Fuera omisión imperdonable, al tratar de la devo– •ción del Beato Diego a la Madre de Dios, no acor– •darse de esta Andalucía, pueblo de la Inmaculada y tierra de María Santísima, donde por dicha suya le ·tocó nacer. No hay un pedazo de tierra en esta re– gión pri vilegiada que no esté cobijado por un santua– rio de la Santísima Vi rgen, matizado de poéticas le– yendas y saturado de recuerdos históricos. Fué aquí donde S. Fernando rindió a Sevi lla, llevando en el arzón a Ntra. Sra . de las Batallas y colocando en la Mezqu ita á Ntra. Sra. de los Reyes. Fué aquí donde Fernando e Isabela rindieron la for taleza de la Alhambra, coronando con el Ave-María una cru– _zada de ocho siglos. Fué aquí donde la Santísima Virgen de los Milagros, desde su santuario de la Rá· bida, abrió a Colón las puertas de un Nuevo Mundo; -donde salieron los conquistadores para rendirle los imperios de los aztecas y de los incas, llevando con· sigo a los apóstoles y los mis ioneros, que darían su nombre a las ciudades y civi li za ciones del porvenir; y fué este pueblo, único en el mundo , el que, corrí · giendo a los teól ogos, juró en día memorable defen– der el misterio de la Concepción Inmaculada de Maria; el que la vió en las visiones apocalípticas con Muri ll o; entre los esplendores de la g loria con Zur– :barán, Ve lázquez y Roelas; en su pureza inmacul a-

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