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-170- y No olvidemos tampoco la apa~ición del Niño Jesús en la Capilla de la enfermería de Sevilla, en..J.Zfili, en la Sagrada Forma, milagro parecido al de S. Loren– zo de Brindis, cuya novena predicaba. Durante su enfermedad en Sevilla, en los principios de su apos– tolado, fué visto en éxtasis, vuelto hacia el Altar Mayor, donde se decía la Misa, en la cual encargaba que le avisasen cuando llegaba el momento de alzar. El rayo del sol en Marchena.-De paso por el convento de Marchena, le obligaron a detenerse para predicar un sermón del Santísimo Sacramen– to. Al despertar de· madrugada, preocupado con et sermón, se puso a meditar en los símiles de que se valdría para explicar cómo Jesucristo está realmente en distintos lugares a un tiempo mismo. Empezaba a alborear, y a poco salió el sol, encontrando embe– bido en la oración al Beato Diego. Por un agu– jerito de la ventana entró un rayo de sol, formando en la pared o puerta un hermoso viril, que tenía en el centro una forma y una porción de ellas pequeñi– tas en la circunferencia. Sorprendióse el Siervo de Dios con la enseñanza que le daba el cielo, bajó rápi– damente a la Iglesia, buscó a un confesor , el P. José de Ubrique, y se echó a sus pies con muchas lágri– mas, acusándose de hombre de poca fe, que necesi– taba prodigios para creer. (1) El Misionero Eucarístico. - EI último tercio de ,:;u vida lo consagró a predicar de la S. Eucaristía y establecer el Jubileo Circular de las Cuarenta Horas. Esta devoción, esencialmente capuchina, fué intro– ducida por el V. P . José de Ferno, misionero de nuestra Orden en Milán. Propagáronla extensamente los nuestros por Italia, Francia y España, y el Beato Diego t0mó a su cargo propagarla por Andalucía, (I) P. Luis A. de Sevilla, pág. 97.
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