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- 168 - o de posición social, les rogaba humildemente que lo dejasen continuar por el consuelo que sentía su alma. Solía decir que uno de los muchos motivos que tenía, para dar gracias a Dios por haberle hecho capuchino, era por el esmero especial que hay en nuestra Orden de tener limpísimas nuestras Iglesias. «Exhortaba a todos a que estuviesen con fe en la casa del Señor, y elevasen su mente a contemplar la grandeza del omnipotente Dios que en ella habita. Estas exhortaciones las dirigía con especialidad a las. señoras, a fin de que, deponiendo los incentivos de la vanidad e hinchazón del corazón, manifiestos en los adornos sup¿rfluos, entrasen en el santo templo con ropaje honesto y moderado. El modo con que hacía estas caritativas exhortaciones robaba el cora– zón de todos, y logró , en muchas ocasiones , efectos admirables. » (1) Veneración a los sacerdotes. - Lomismo que a los templos veneraba a los sacerdotes. Siempre les predicó de rodillas, y por más que le instaron paa que no estuviera en aquella incómoda postura, no lo pudieron conseguir. Cuando ya por su edad, enfer– medades y achaques no podía ejecutarlo, predicábales de pie, pero sin sentarse jamás. Acostumbraba lla– marles «mis venerados Padres y Señores. » No per• mitía que le besaran la mano los sacerdotes. Cuando por la veneración que le profesaban quiso haCf~rlo alguno, el Beato se adelantó , se hincó de rodillas y le besó él primero las manos. Predicando en una Mi– sa nueva, habló tan altamente del sacerdocio, que el Padre del misacantano , no se volvió a sentar nun– ca delante de su hijo . Empeñándose un Sr. Obispo (1) Resumen de la Vida del V. P. Fr. Diego José de Cádi z, etc., por el P. Miguel de Otura. (Manuscrito. Archivo del Beato Diego.)

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