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- 167- patrón del barco que se acerque a algún pueblecito para decir la Misa, viéndose a los marinos soportar gustosos esta detención por complacerle. En sus via• jes por tierra, dispone de tal modo las jornadas que no pierde la Misa ningún día, y cuando rarísimamen– te, a causa de sus enfermedades, se ve privado de decirla y de comulgar, Fr. Diego no puede disimu– lar su abatimiento y su tristeza. Acontecióle una vez celebrar en un pueblecillo con unos ornamentos vie– jísimos, sucios y deteriorados. Advirtiendo el Padre Eusebio su tristeza profunda y su falta de ganas de comer, le pregunta si está enfermo, y oye esta ad– mirable respuesta: -¿«Qué más motivo para morir de pena al ver el cáliz y ornamentos con que hoy hemos celebrado? (1) ¡Qué he de llevar-añadió - cuando veo estas Iglesias tan pobres y miserables, los ornamentos tan derrotados y hechos pedazos, y, sobre todo, la Ma– jestad a oscuras! » (~) Compostura en el templo. - En el templo esta– ba lleno de un respeto y pavor extraordinario. Arro– dillado ante el Tabernáculo, no se atrevía siquiera a levantar los ojos de la tierra; no permitía que se le hablase ni una palabra, ni aun decía Evangelios a los enfermos, y era tan severo hablando y predicando del respeto que se debe al templo, morada de Jesús Sacramentado , que daba miedo oírle, condenando también en cuanta socasiones se le ofrecían el aban– dono de las Iglesias. Dedicábase, él mismo, a barrer– las, a limpiarles el polvo y adornar los altares, y sorprendido en esta faen a por personas respetables (1) P. Luis A. ele Sevilla, pág. 191. (2) Resumen ele la Vi da del V. P. Fr. Diego J. de Cádiz, etc. , por el R. P. Miguel de Otura. (Manuscrito. - Archi vo del Beato Diego.)
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