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-13 - irradiación del foco divino de la caridad, como un Apóstol de Cristo, calcado en la imagen del divino Maestro, cuya suprema alabanza es la que se con– signó en el Evangelio: «Pasó haciendo bien~ .. . Retrato hecho por el P. Alcober. - Terminare · mos con el retrato que nos dejaron de él sus biógra– fos. «Fué - nos dice el Pad re Alcober - su estatura hasta los hombros de dos varas bien cumplidas, su corpulencia fornida y con proporcionadas carnes , con todos sus miembros iguales, correspondientes y fuertes; derecho y airoso; su color blanco y sonro– sado, su cuello derecho y su cabeza bien formada, correspondiendo su figura a la de la cara, que toca– ba más en aguileña que en redonda; su pelo negro, como el azabache; hermosa y despejada frente , sin la nota de grande ni pequeña; las cejas muy pobla– das y gruesas, cuyo entrecejo era muy limpi o; sus ojos, con lo azulado de lo bl anco, el tamaño y negro de sus pupilas, lo rasgado de su formación y lo gran– de de ellos , con la natural modestia y gravedad en sus movimientos, fueron s ingulares; la boca ni gran– de ni pequeña, cuyo corte de labios, haciendo el su– perior como una caída o punta que correspondía al hundido del inferior, haciendo que el superior ajus• tase perfectamente con el inferior en la natural pos– tura de no hablar. Estos siempre encendidos; su dentadura unida y blanca, igual y completa; su bar– ba muy poblada, crespa y larga hasta como tres de– dos cerca de la cintura, y las orejas bien formadas y situadas, que más parecían pequeñas, pero sin im– proporción. Las manos fueron siempre admiradas por su for– mación y blancura; mas por la austeridad y peniten– te vida del Venerable, los soles, aires, lluv ias y de– más que sufrió en sus continuos y largos viajes de las Misiones, su buen color declinó a moreno, o más

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