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-161 - to. Llegósele a criticar esta costumbre, y un ecle– siástico sin reparo alguno le dijo que era una exte– rioridad chocante. El Beato Diego se puso serio, y replicó: -«Si los embajadores son distinguidos con las cruces y encomiendas de sus príncipes, y en ello se glorían, se honran y autorizan más ¿no tendré yo por grande honor que vean mi pecho adornado con el más noble sello y distintivo del Rey y Señor de to– dos los reyes? ¡Ojalá, como lo llevo sobre mi santo hábito, lo llevara esculpido sobre mi corazón! (!) El rezo y canto del Santo Trisagio, (2) recomen– dado por él, llegó a ser tan popular, que bien pudo– dar por bien empleados casi treinta años de predica– ción y propaganda. Era imponente oírlo cantar a to– do un pueblo, a muchedumbres de 20.000 y 30.000 almas. El hombre más impío e incrédulo se quedaba sobrecogido. Nada hay tan emocionante y majestuo– so como la oración de las muchedumbres, ni como oír cantar el Trisagio a aquel océano humano, y, do– minando a las turbas, la voz dulce y tierna de Fray Diego que alternaba con ellas. (IJ P. Luis A. de Sevilla pág. 11 7. (2) El Trisag;o que empieza: «Amorosísimo Dios, Trino y Uno, etc., tal como se reza hoy, ha sido atri– buido erróneamente al Beato Diego. Poseemos una edi– ción de tiempos del Cardenal Solis, cuya portada es la siguiente: «Bendita sea la Santísima Tri nidad. - Trisa– gi o Seráfico para venerar a la Santísima y Augustís ima Trinidad y alcanzar de su piedad intensos y copiosos beneficios, compuesto por el R. P. Fr. Eugenir, de la Santísima Trinidad, Religioso de la Orden de Descal– zos de la Santísima Trin id11 u. - En Sevilla , por los se– ñores Hijos de Hidalgo y González de Bonilla. - Lo mis– mo hemos de decir de otro Trisagio en verso, condena– do por la Inquisición. Es obra, esta última, falsamente atribuida al Siervo de Dios, tratando ele explotar su. popularidad.

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