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- 152 - /os altarcitos que hacía puso siempre su imagen . Grande fué su contrariedad al tenerse que despojar en el novici ado del Santo Escapulario; mas , en cuanto tomó alguna confianza, suplicó a su Padre lvlaestro que se lo concediese, y se lo puso de nuevo. Esta su devoci ón, hasta entonces instintiva , tomó grandes vuelos al estudiar el tratado de Deo Trin o. Ya hemos visto la moción interior que experimentó. Al entrar en él preparó su espíritu con oraciones y penitencias, a fin de que le diera el Señor la luz necesaria para estudiarlo, y Dios le debió iluminar g randemente, porque , según afirman sus compañeros, daba gusto oirlo discurrir sobre este altísimo misterio. Influencia del V. P. Feliciano de Sevilla. - Du– rante su estancia en Cádiz fué donde bebió a los pe– chos de la Orden su devoción a la Trinidád Augusta. Enestaciudad ,en tonces en la cumbre desu grandeza, vivía fresca la memoria del inmortal Fr. Feliciano de Sevilla, hombre extraordinario, cuya vi da p'lrecería una leyenda, si no tuviéramos los documentos que la comprueban. El fué quien fundó en día memorable la Santa Caridad de Cádiz, obligando a la nobleza a ser– vir a los pobres de rodill as y quitadas las espadas; él convirtió a varios tercios de Flandes, y los hizo des– filar por todo Cádiz , en procesión imponente, llegan– do ¡asombro causa el decirlo! a implantar en común la oración mental y el rezo del Santo Rosario en los cuar– teles , que, más que de soldados, parecían de rel igio– sos; y él, finalmente, fué el que erigió en la Puerta del Mar una feria y retablo a laTri nidadSantísima,predi– cando con su escapula ri o puesto y entusiasmando a las muchedumbres, las cual es le conocían con el dicta– do honroso de Apóstol de la Santísima Trini dad. Todo Cádiz veneraba a este apostólico va rón, al que obe– decían desde la aristocracia hasta los desarrapados, admirando su santidad , sus milagros y su caridad sin

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