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· 150 - Desde el cie lo , recompensa de su triunfo , vió en la exclaustración destruida su Orden en España, de– molidos los conventos, desiertos los claustros, cerra– das las Iglesias, vendidas las obras de arte, dispersos los religiosos y deshecha su Provincia. Extinguéron– se en los arruinados monasterios los cánticos sagra– dos, acabóse el culto, faltaron en los claustros los hombres de oración que los poblaban, enmudecieron los grandes misioneros que adoctrinaban a las muche– dumbres, y las celdas e Iglesias, testigos de su ora– ción , de sus revelaciones, éxtasis y apariciones ce– lesti ales, se vieron profanadas por las turbas descreí– das y licenciosas, o demo lidas con escándalo de los creyentes . Ni aun entonces faltó la oración de Fray Diego, y cuando pasó la ira de Dios, al cabo de 70 años, vo lvieron los religiosos de su destierro, restauráronse los conventos , abriéronse al culto sus Iglesias , pobláronse los desiertos claustros de varo– nes de Dios, resonó la salmodia en los Templos, ele– vóse la oración de nuevo en el recinto sagrado y empezó la misión de los mcdernos apóstoles ... Y la protección del Beato Diego se ha visto clara y pal– pable en cerca de siglo y medio transcurrido desde su preciosa muerte.
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