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- 149 - gdr a los israelitas prevaricadores. Más tarde , mien– tras el pueblo de Dios libra contra sus enemigos una sangrienta batalla, Moisés ora. Cuando decaen sus brazos extendidos, Israel huye; cuando los levanta, Israel triunfa. ¡Cuántas veces hemos visto f.ln la vida de nuestro Beato Diego a España temblando ante la ira de Dios y a Fr. Diego pronunciando las mismas palabras de Moisés! ¡Cuántas veces en las guerras que sostuvo España en su tiempo , en consi deración a las oraciones de Fr. Diego, la libró Dios de una catástrofe! ¡Cuántas veces, como un nuevo Elías, hizo con su oración bajar la lluvia de los cielos sobre los campos sedientos, y,entre el vestíbulo y el altar, lloró este sacerdote del Altísimo pidiendo perdó11 y miseri– cordia para su pueblo!- «¡Orame mucho, Fr. Diego mío! »le llegó a decir el mismo Cristo ante la España prevaricadora. ¡Ah! «Mucho - dice el mismo Dios– que vale la oración asidua del justo; ,> y ¡cuán to debió valer en su presencia, pues, mientras él vivió, estuvo Dios como atado para castigar a nuestra patria, po r– que lo detenían la oración y las lágrimas defr. Diego! No acaba con la muerte la oración del sa nto, antes bien se renueva en el cielo ad interpellandum pro nobis: para pedir continuamer.te po r nosotros, a imitación de N.S . Jesucristo. Empieza después de su muerte la guerra de la Independ encia y la terrible lucha fratricida de la revolución española. ¡Cuántas persecuciones y amarguras han tenido qüe soportar los fieles, nuevos Macabeos , de los violadores de su fe, de sus tradiciones y del santuario! Este nuevo sacerdote On ías ora sin cesar por el pueblo escogi – do, porque es amator fratrum, amante Je sus her– manos en el combate por los derechos ele Dios. ¿Cómo olvidaría él a los que luchaban, si murió pe– leando en defensa de los mi smos principios y de la misma fe que nc,sotros? 11

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