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- 14,j - verlo, nadie le quitaba la paz en su santo retiro. Ni aun con la familia misma de la casa hablaba, sino a la ,hora de comer , teniendo todo el tiempo libre para el estudio y la oración. Esto nos explica porqué nues– tro Beato buscó el retiro de Ronda, y por qué los mismos superiores se lo mandaron, pues al lí encon– tró la tranquilidad y la paz que necesitaba, y que no podía tener en los mismos claustros, los que se veían invad idos noche y dia , juntamente con la Ig lesia, por toda clase de personas , especialmente po r las que por su di stinción, nobleza o sus cargos era necesa– rio complacer en su deseo de ver y habl ar al santo, ¡Cuántos éxtasis, raptos, visiones y revelac iones tu – vo en aquel san to desiert:J de Ronda! Sólo una pnrte bien pequeiia ha podido re coger la hi storia, y ésta nos hace conjeturar las que han quedado envueltas en el silencio de aquell a so ledad, donde para habl ar– le al corazón lo llevó el Seiior, En la vida de nuestro heroe se pueden ir compro· bando los tres periodos, perfectamente definidos , de la vía purgativa, iluminati va y unitiva que caracteri– zan la oración de los santos. El S eiior lo va separando en su juventud de las criuturas, lo va puri ficando de sus defectos, haci éndolo concebir un gran dolor de sus pecados e inflamándolo en su amor. Empiezan en e l retiro de Ubrique las di vinas ilustraci ones, en las que su entendimiento y volun tad son sobrenatural – mente asistidos con una se rie de visiones y revela– ciones asombrosas, especialmente con la ciencia in – fusa. Al morir el P. González, el Beato Diego es un varón robusto que camina casi solo por las alturas de la santidad, y en el último terci o de su vida llega a la perfecta unión con Dios, La extraiic1 insistencia del P. Alcober-como hemos dicho-de que Dios lo llamaba a la vida contemplativa, no carece, a nues – tro juicio, de fundamento. El Beato Diego hab ía en-
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