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- 1-lO - males de las actualts revoluciones que tanto han conternado a nuestra Eurnpa y aun a no pequeña parte de la América, dimanadas , fomentadas y fer– mentadas por lo menos en el teatro? » El objeto de toda esta carta es que el Ayunta – miento de Córdoba informe en contra del teatro a la pregunta que le hace el Consejo de Castilla. El Bea– to Diego, según se deduce de ella, debió escribir otras a distintos caballeros veinticuatro. No sabemos si consiguió su propósito, pero si que nos dejó un mo– numento en esta carta enérgica e interesantísima (1). Además de las cartas citadas, escribió otra muy enérgica a un Cor regido r de Laja. Es esta una de las ocasiones en que, razonando con máximas mun– danas y prudencia de la carne, quisieron envolver al Beuto Diego, y que diera por buenas las comedias. La habi lidad con que el Siervo de Dios se desen– vuelve, :icomete y refut a al adversario es maravillo– sa. Se encuentran con un polemista formidable, al que no sólo no es posible sor prender , sino que los deja material 111ente destrozados. (2) Basta con lo dicho para comprender el enorme esfuerzo del gran Apóstol para impedir los teatros. Luchó con tr , las primeras autoridades, con literatos . como Foi·ner, contra los w>bles a la francesa, sin que nadie pudiera abatir ni con emenazas ni con argucias su firmeza inquebrantable. Casi todas las ciudades de Andalucía cerraron los teatros. Mientras él vivió no pudo levantar cabeza, y sólo pasando por encima (l) Cmta al Marqués de la Puebla. (Obras póstumas) (2J Respuesta del P. Fr. Diego José de Cádiz, Mi– sionero Apos tólico, a un Regidor de una de las ciuda– des de Espai1a. (Véase el «Dictamen sobre comedias y bailes)) , impreso en Cádiz, anónimo y sin pié c!e im– prenta. )

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