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- 133 __:_ no es otra que la que propuse en los púlpitos, plazas y calles de esa mi amadísima ciudad . Vea V. E. lo que se promete destruyendo todo esto con esas di– versiones, entendiendo el que 110 está a mi cargo, sí al de Dios, el mirar por su honra , por su ley, por su palabra, por su doctrina y por su misma sangre de– rramada por el bien de las almas. No es el triunfo de V . E. ni su lauro el haber podido más que ese nobilísimo y piadosísimo A yun– tam iento en lo acordado por él sobre este punto; ni haber contrarrestado el poder de los que mediaron en la corte para su logro; ni supera r la eficacia y esfuerzo de este pobre sacerdote que así lo preten– dió y consigui ó: sí lo es el haber hecho frente a la bondad de Dios, deseoso de la reforma de esa gente, haber destruído los efectos y frutos ele sus divinas inspiraciones y auxilios en ella, y haber dejado inú– til la eficacia de su sa nt ísima gracia , que consiguió en la Misión lo que V. E . destruye con su empeño. i Ah! ¿Puede V. E. g loriarse de esto? Si así es ¿qué _se promete para cuando compa rezca en aquel tre– mendo tribunal , donde aun \os justos, como Job, te– men de sus mismas obras buenas? ¿Pod rán favore– cerl e los príncipes de la tierra , en cuyo obsequio, o con cuyo patrocinio o favor hace V. E. lo que tanto a D ios desagrada? ¡Ah, que por agradar a un hom– bre, que por hacer nuestro gusto, ol videmos nuestro fin y pongamos en tan evi dente riesgo nue,-tra sal– vación! Así, Sr. Excmo., sucede, y así debe V. E. temerlo , si no muda de dictamen . ¿L o duela? Pues juzgue, con el ta lento que Dios le ha dado, cual es el mérito de aquel la criatura que sirve ¡:¡ J in fernal espíritu de instrumento contra los designios de Dios; que lo que és te edifica, él lo destru ye; lo que el Señor hace , él lo deshace . Examine V. E. a los pies de Jesucri sto Crucifi ca do quién le inspira esa su acti- 1,1

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