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- 129 - les para los soldados, y en cambio se gastan ellos el dinero de los pobres en edificar un teatro suntuoso. «Este es el Dios - exclamó, dando un furioso golpe con el Crucifijo - el oprimido por vosotros, el perse– guido en el pobre, el abandonado en el huérfano, el enfermo olvidado y el perseguido en el inocente... » El Crucifijo saltó hecho pedazos, y el Beato Diego abandonó corriendo la Sala Capitular, dejando mudo de espanto al Ayuntamiento y escarmentado en el asunto de las comedias . Tan serio como éste fué el caso de Jerez. El Mar– qués de Vallehermoso había edificado un teatro a su costa y se proponía dar una fun ción. Varios días antes lo supo el Beato Diego. Comiendo, estudian– do, orando y hasta durante el sueño, no podía apar– tar de sí la idea de escribirle una carta enérgica, has• ta que una noche, desvelado a causa de esto, oyó claramente la voz del Señor que le decía: - Escribe al Marqués. - Señor, respondió nuestro Apóstol, dadme un poco de descanso, y luego que me levante le escri – biré, aunque mañana es 22 y el 25 es la ópera. Carta al Marqués de Vallehermoso--Levantó– se, y le escribió esta terrible carta, una de las más enérg icas que sal ieron de su pluma : .L 1 J. lv1. y J. Excmo. Sr. Marqués de Vallehermoso. Señor: El Todopoderoso nos asista con su gracia para que conozcamos su santísima voluntad y divina ley , y acertemos é: cumplirla como es debido.

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