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- 118 - No digan que con el tino He perdido la razón, Y quede sin opinión Y nombre de capuchino. Poesía franciscana hasta la médula, quejn dulcí– sima de un santo que suspira por la contemplación y se vé envuelto en las tareas abrumadoras del minis– terio, profundamente mística en el fondo y dt·liciosa · mente festiva en la forma, es la que tituló QUEJAS Tu pobre Diego, mi Dios, Jacobo en lo peregrino, Va siguiendo su camino Siempre asistido de Vos. Señor, ¿lo diré entre nos? El asunto es importante; Pero , a fuer dP. fino amante , Vive de sí en tal olvido, Que anda fuera de su nido, De almas hecho trajinante . No lo siento, Jesús mío, Gozo y amor de mi alma, Aunque esta se mira en calma Y el corazón duro y frío. Alguna vez mi albedrío Se acuerda de sus derechos; Mas estos son contrahechos, No siendo de tu querer, Mi Dios, no quiero tener Propio querer en mis hechos. Yo quiero la soledad, Yo amo con ansia el retiro; Pero con horror lo miro No siendo tu voluntad.

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