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-64- para tener allí la Cuaresma, y en este tiempo fué ef tomar por Director al P. F ernández. Por entonces sucedió lo que no sé si he di cho a usted en otra; y fu é que una dirigida de su merced (la que ahora anda juntando su dote en esa ciudad, Agustina del Rosa– rio) me liamó un día, y me dijo que había entendido– me destinaba el Señor para la reformación del esta– do eclesiástico, especia lmente el secular . Oila con algtín espacio; y retirándome a un cuarto apartado, puesto de rodillas y con alguna pusilanimidad, dije : «S eñor , aquí me tienes para cuanto quieras hacer de mí; pero, si es verdad lo que acabo de oí r ¿qué será. de mí? Tú sabes que soy un ignorante; no tengo le– tras ni virtud; si predico a los sabios lo que no sé, y me ponen un argumento, me convencerán y no sabré qué responder. Apenas había dicho en nii interior estas y semejantes expresiones , cuando ocurrió al pensamiento con bastante fu erza : «Ego daba vobis os et sapientiam cuí 11011 poterunf resistere om– nes adversarii vestri». (1) Dejóme humillado, lleno de confi anza , y con el mayor esfuerzo para seguir lo que se me ordenaba , aunque diese la vi da en la de– manda. Noté asimismo en aquel instante que el con– tradicere, que falta en el texto dicho , no se me de– cía, porque la contradicción la habría, mas no la re– sistencia a la divina palabra. Dios sea bendito por t anto como confunde mi miseria. » (2) Aparición de los Santos Apóstoles. - Ni aun con esto se disiparon por completo sus temores. Real– mente era para hacer tembla r a cualquiera la em– presa que se le anunciaba . Y para disipar por com- (1) El pas'3je que cita el P. Ardllles , debe ser e;te. Estas palabras se las dijo el Crucifijo.-P. Ardales, pág. 25. .(2) «El Director Perfecto».-Carta al P. Francisco, J González, 13 septiembre de 1799.

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