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- 63 - biógrafos-creyendo que había dicho una sarta de errores y herejías, se echó a los pies del Sr. Deán, pi– diéndole perdón y diciéndole que estaba pronto a re– tractarse y desaecirse. El Sr. Deán, conmovido, se hin– có a su vez de rodillas, diciéndole: -«Todos estamos admirados de lo queVuestra Paternidad ha dicho.»(1) En esta primera Misión de Málaga, al volver una noche de predicar, el portero del convento, Fr. Félix de Gabia, le pidió humildemente que le dijera un Evangelio. A la mañana siguiente se levantó com– pletamente sano. (2) De Málaga pasó a Ronda a predicar la Cuares– ma. Grandes dudas empezó a senti r sobre su voca– •ción al ministerio, que expuso a su nuevo Director, •el P. Fernández: «Yo no soy-decía- capaz de pre– dicar una plática doctrinal sin hablar mil disparates. Lo poco que sabía se me ha olvidado. ¿Cómo voy a predicar una Cuaresma entera y en tal pueblo? Es imposible, es una temeridad, mejor es con tiempo despedirla. » Su Director trataba de reanimar su de– •Caido espíritu, y un día, poseido de gran vehemen– cia, llegó a decirle:- «P. Fr. Diego, dejémonos de esos medios. El cielo le ha destinado a predicar y sostener sus santas dc,ctrinas, más en pueblos gran– des y cultos que en pequeños y zafios. Vuestra Pa– t ernidad quiere otras pruebas y las tendrá. » !2.'J. Palabras del Crucifijo.-Y las tuvo en efecto. Hablando con una beata de gran santidad, Agustina del Rosario, le dijo ésta que Dios lo tenia ll amado para la reformaci ón del estado esclesiástico, espe– cialmente del secular. El suceso lo cuenta el mismo Beato, del modo siguiente: - «De aquí pasé a Ronda (1) Cardenal Vives, «Vida documentada», pág. 27. (2) Cardenal Vives, pág. 29. ·

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