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-61- Tadeo de Ubrique. No es decible la complacencia que exper imentó el Sr. Obispo al recibirlos, ni el fruto que se empezó a hacer desde el primer momen– t o. De esta Misión dice solamente el Beato: «Siguió– se a esto en el año siguiente la Misión de Ceuta, donde, entre otros frutos, nos dió el Seiior el con– suelo de que se bautizaran un turco y un guineo, y los bullicios y casos comunes de sanidades por las cedulitas de Ntra. Seilora. » El P. Serafín de Arda– les nos ha conservado datos sobre esta N\isión. Ceu– ta, «ciudad y presidio de pecados ,» estaba bastante corrompida. Las sefioras de los militares, con el pre– texto de los trajes de corte, vestían inmodestisima– mente. La reforma fué general; volvió a reinar la modestia santa; las blasfemias y palabras impúdicas cesaron por completo; confesaron todos sus culpas, y Ceuta quedó convertida en una penitente Nínive. El Sr. Obispo, no cabiendo en sí de gozo, exclama– ba: «¡Ya, Seilor, hemos encontrado el hombre que buscábamos! ¡Este es el hombre de la Piscina! :> Este gozo se turbó, al saberse que un soldado se había pasado al campo moro y renegado de la fe. No hubo manera de hacerle volver, y ni el mismo Beato pudo conseguirlo; pero aquella misma tarde le entregó un memorial un turco, pidiendo el Bautismo , el cual perseveró después hasta el fin. Volviéronse a Ubrique, llenos de santo gozo, y bendiciendo a Dios , que obraba tantas maravillas, y al poco tiempo salió para Ronda, invitado por la Her– mandad de la Divina Pastora, para predicar su no– vena. Tan maravillada quedó esta ciudad de su pre– dicación, que desde aquel día el Beato y Ronda que– daron unidos para siempre. Misión de Málaga-La primera Misión de Mála– ga empezó por noviembre, y de ella escribió el Bea– to al P. González lo que sigue: «Pasé después a 7
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