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- 53- -de enemigos prediqué un sermón, nada eficaz en su asunto, pero en el acto de contrición hablé con al – gún afecto al Seiior (este es el principi o de hacerl os, como acostumbro) y el fruto fué que allí mismo un caballero, hermano del beneficiado. se tiró a los pi es del P. Cura, y se abrazaron. Salió por el pueblo y ejecutó otro t an to con todos, de forma que desde este di a se paci fi caron aquellas gentes. Seguí la predicación, confirmándolos en su re– solución, mas no lograba la transacción de los pleitos . Consegu í hubi ese Asperges los domingos, que por dichas indisposiciones no lo había; logré se hablasen, mas el pleito quieto. Pasó la Cuaresma, y el segundo día de Pascua amaneció muy nubl ado, y a poco si – guió una horrorosa torment a de truenos, lluvias , etc., y vieron algunos que la nube que estaba sobre el puebl o se dividió en dos part es, y la una descar– gó en el mar y la otra e;1 los montes contiguos, haciendo no pequeiio daiio en las viiias y haciendas. Conocióse hubiera sido día ama rguísimo para el lu– gar, si así no lo hubiese Dios favorecido. Con esto cargué a los cabezas de bandos, y resisti éndose el que menos razón llevaba, casi me retiré y desistí de mi intento, retiréme al cuarto, y a poco, es tando yo pidiendo a Dios con ama rgura indecible el remedio de estos males, y aun no me acuerdo si llorando, vino recado que subiese a verlo, porque se hallaba bien accidentado; entré, y el que media hora antes se había negado, me tiró los brazos, y, hecho una Magdalena, me pide mil perdones y se me entrega para la composición, como efectivament e se hizo a gusto de todos. Este caso ha sido 111 1y sonado, y el Sr. Obispo se alegró t an to, que dijo deseaba ver al predicador. Vine a Mülaga a cierto negocio , visité .a su Ilma., le referí el suceso, y rnn lágrimas me -dijo el ningún fruto de SLts sudores, cuando los ex-
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