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-51- preparar éste y asearlo. Apliquéme al estudio de la Moral, y a la lección de la Sagrada Escritura y algo de Mística, pero sin método. Solía gastar siete y ocho horas en el estudio diariamente ; me dediqué a la mortifi cación corporal, ayunando las nueve cua– resmas de N. P. S. Francisco en el año; tres cilicios por varias horas del día, casi diaria disciplina, y tal ve1. hasta salpicar alguna poca de sangre en las es– paldas, donde por algún tiempo las usé; dormía en el suelo o sobre tablas desnudas , sirviendo de cabecera la almohada de paja; excusaba el trato con seglares y aun con los religiosos, y sólo para lo preciso atento los comuni caba. Entre t::nto no olvidaba la predicación, pues desde luego que me dieron licen– cia la ejercité, predicando en la plaza los domingos y dias clásicos por la tarde, con singular aprovecha– miento y edificación común, de que ha resultado el que, aplicándose varios eclesiásticos al ministerio, se vea hoy el pueblo en una muy notable conducta de vida y reforma de costumbres. ¡Dios sea bendito! » 1 'i'G 'I Locución interior del Niño Jesús.-«Aquí me sucedió que , estando una Nochebuena en los Maiti– nes, al tiempo de cantarse en las lecciones del pri– mer nocturno: Parvulus natus est nobis, Filius datus est nobis, sentí en mi interior un gran movi– miento de gozo y consuelo, provenido del conoci – miento de la gran misericordia y bondad del Señor , y de los grandes motivos por la cierta esperanza de nuestra salvación. Híceme yo cargo de mis culpas, y que ellas me hacían indigno de tanto bien y merece– dor de una irreparable perdición; mas me volví con la consideración al Señor, y presentándole sus méritos infinitos en lo que en aquel portal obraba y padecía, decia: - Pues c·y estos meritas infinitos?-Y de pronto con la mayor viveza, como si me lo hubiera dicho, sentí en mi alma, o se me fijó, esta respuesta,

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