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-(j58- acierto ni aun con lo que quisiera preguntarle de su ejemplar vida y preciosa muerte y de su fama póstu– ma. Si en Granada ha sido conocida y llorada su falta, etc. Me parece que daría usted mucha gloria a Dios, confusión a los abismos y consuelos no menos que esfuerzos a los que desean servir a Dios, porque sin duda se estimularían grandemente a ello, si tuviesen alguna noticia de esta grande alma. No digo más, porque para usted esto poco le basta, si puede hacer– lo y Dios se lo inspira. » (1) Y en otra añade: «Las noticias que usted me da de mi bendita hermana (q. e. p. d.) me hicieron Ilo– rar por diferentes motivos; no sólo los de su falta, mas también por la soledad de usted y por los térmi • nos en que la explica. Desde entonces tengo en mi interior una contristación grande que no se aparta de mí. Dios dé a usted el consuelo que necesita, pues. me persuado que, por lo menos por mi parte, le su.. cederá lo que a Jacob en la pesadumbre de la creída muerte de su amado hijo José, que todos los demás hijos no eran bastantes para mitigársela. Dios haga que mi bendita hermana se acuerde de mí en la biena– venturanza, y mueva a usted para que nos dé noti– cias más circunstanciadas de esia grande alma, que puso a su dirección. » (2) Anhelos de gloria.-La salud del Beato Diego btaba cada vez más quebrantada. «Por lo que mira a mi salud-escribía a su Director-sigo, a Dios gra– cias, con alivio, porque la calentura es menos, a pe– sar que desde el 6 del pasado no me limpio de ella ni de día ni de noche, y que todas las tardes toma algún aumento; el dolorcillo de estómago no es tan continuo, y algunos días ni me acomete. Así voy (1) Cartas de conciencia, 20 enero de 1 SO i (2) Cartas de conciencia 3 de febrero de 1801 .

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