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-625- el brazo armado de la Iglesia para oponer un dique y valladar infranqueable a la herejía, y librar a Es– paña de las espantosas guerras civiles, que ensan• grentaron desde el siglo XVI a Francia, Inglaterra, Suiza y Alemania: ahora había quedado reducida a una sombra de lo que fué. Mediatizada por el rega– lismo español, desde su ültima tentativa de proce– sar a Godoy y a Urquijo, y aun mucho antes desde desde los tiempos de Carlos III, ni podía dar edictos inquisitoriales, ni celebrar autos de fe, ni moverse desembarazadamente sin permiso del Gobierno, co– mo si por una fatalidad histórica hubiera de fallar también este dique de la revolución al mismo tiempo que los demás, llamados a contenerla. El mismo Go– bierno de Urquijo, que a la muerte de Su Santidad Pio VI había querido provocar un cisma en la Iglesia Española, Sé cuidaba muy bien de poner personas gratas, de carácter düctil, en el cargo de Inquisidor General. Así se comprende que se inviertan los términos, y que, mientras la Inquisición se nos mues– tra en este proceso contaminada por el espíritu rega– lista, el Beato Diego sea el . representante de la integridad de la doctrina católica y de la antigua teología española, frente a la corriente regalista y galicana, de importación •francesa. Empezaremos, pues, a insertar documentos , ha– ciendo de cada uno de ellos el juicio crítico que se merece. (1) (!) Los documentos, relativos a la delación y pro– ceso del Beato Diego, fueron descubiertos en el Archi· vo Histórico Nacional por el M. R. P. Fredegando de Amberes, Archivista General de la Orden, que publicó la nota bibliográfica en el «Análecta O. Minorum Ca– puccinorum». La transcripción o copia de éllos la de– bemos a un religioso que escribe una monografía sobre este proceso interesantísimo.