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-621 - lo de allí, y dí con la mano en la cortina para sacu– dirlo; mas al t iempo de caer en el suelo para huir, se afianzó con las manos de su extremidad, y con fu– ria extraña corrió a embestirme, de modo que, aun– que no llegó a mí, me causó bastante miedo. Desper– t¿ asustado, y lo primero que se me propuso fué, que, habiendo yo hecho algunas diligencias con los Superiores para que se remediase un mal considera– ble en una Iglesia de aquí, no sólo no se conseguiría, sino que sus actores y protectores se volverían con– tra mí. Mas después de esto sucedió que mi P. Pro– vincial me avisó haberse delatado mis impresos al Santo Tribunal de la Suprema, incluyéndome la car– ta en que se lo noticiaba nuestro Procurauor Gene· ral en la corte. Este acaecimiento no me inquietó ni conturbó , pero sí me afli gió mucho por dos motivos: uno por si en realidad habré escrito o predicado al– guna doctrina falsa, errónea etc.; otro por el escán– dalo que con esto daba a todo el reino y fuera de él. Estas especies y otras que le son inseparables me contristaron lo que no es decible . Inmedia tamente puse un memorial al Excmo. Sr. Inquisidor General, poniéndome en sus manos y suplicándole se dignase mandar se me diese copia de las propos iciones dela– tadas y de sus respectivas censuras, para hacer yo mi retractaci ón, decl aración etc.; y en el correo siguiente repetí segundo memorial pidiendo lo mis– mo. A vuelta de correo me respondió a uno y otro cor. expresiones de singular benevolencia y caridad, <1seg urándome que se me daría la copia que pedía, porque así estaba prevenido por el Sr. Benedicto XIV y recordado por el Sr. Carlos III. Estos <1u11 no han venido y hasta que lleguen no ppedo avisar a ust ed de su contenido, lo que haré entonces, Dios mediante, si vivimos. Entre tanto encomiende usted a Su Majestad este gravísimo asunto y encárgueselo

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