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-6'2- conventualidad y las otras, inclt 1 yendo la que tengo de Casares, que para el intento de usted no tiene igual en la Provincia, me ocurre muy frecuente– mente si estaré en pecado mortal, si tendré algún pecado oculto que mi soberbia y amor propio no me dejan conocerlo. Pero como no puedo dudar sin te– meridad de la caridad con que mira usted mi alma, me aquieto con hacerme cargo que, si lo tuviere, no omitiría usted el corregirme de él, ni omitiría us– ted ni dejaría de avisármelo para mi enmienda. Añado (claritatis causa, y no por comparación quod absit) que advierto en mi interior la paz, la atención de Dios y la firmeza o seguridad de la conciencia en el modo de pensar que tengo a usted repetido, y que manifestaré a mis Prelados, cuando me lo permitan, que, hablando de su inocencia, re– petía y manifestaba el santo Job en la ocasión que le argüían de culpado sus itres amigos. No sé qué repentina ocurrencia ha sido ésta al escribirlo, que me parece no ,he debido omitirlo, aunque lo he in– tentado. Bien conocerá usted que todo el cansado conte– nido de esta carta es sólo una pequeña insinuación de su vastísima extensión, que no es posible redu– cirla a la pluma. Conozca usted en esto mismo la limpieza y sinceridad de mi trato, porque, siendo tan repugnante el manifestar estas cosas que pasan en el interior, se las refiero con ingenuidad, dándole cuenta de él, para que nada ignore de lo que pasa por mí sobre el presente asunto» (1 ). El P. Alcober debió contestarle tranquilizándolo, asegurándole que no pensaba negarle su dirección, como lo temía el siervo de Dios, y dándole una expli– cación que convenciera al Beato y lo sacara de la (1) Cartas de conciencia, 1 de julio de 1800.

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