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- 610 - Poco tiempo después me repitió usted el mismo encargo o mandato, y para obedecerle hice segundo viaje a Cádiz en el año pasado en circunstancias bien criticas y con algún disgusto del Padre, y su respuesta fué imponerme perpetuo silencio en el asunto y mandarme con toda su autoridad que con– tinuase como me tenía ordenado, etc., que atendie– se al ministerio que Dios y mis Prelados me em– pleaban. No satisfecho usted, al parecer, con esto, luego que vino a esta Provi ncia mi Rvdmo. P . Gene– ral, repitió usted el mandato o encargo de que por vía de consulta le hablase de esto; y, aunque no me olvidé del precepto de mi R. P. Provincial, obedecí a usted , y no tu ve má s respuesta de la que entonces 1e avisé. Me acuerdo que u~t ed mismo me tiene asegurado o declarado lo que en estos puntos corresponde a los Prelados, y no a los directores, y habiendo yo suplicado a usted, creo que con repet ición, que se dignase darme las instrucciones que debo observar para proporc ion~rme a la contemplaci ón en los tér– minos que en mi estado y ministeri o debo hacerlo, nunca se ha dig nado usted contestarme a este parti– cular, siendo indud able que en él, como mi Padre y Director , tiene toda la acción o fa cultades. Al ver esto y al ver al mismo tiempo que todo s u esmero lo ha puesto en la conven tual idad de Granada, des – pués de haberme contes tado que esto no pertenece a la dirección, y después de haber manifestádole al · gunos de los verdaderos y graves motivos que me asisten para no poder efectuarl a , y que convencen lo imposible de mi subsistencia o permanencia en ella, y después, por último, de haberle manifestado las evidentes ventajas que se hallan en otros con– ventos, como el de Sevilla, Cádiz , Málaga o Jerez, para lo temporal de mi salud y para el fin que usted

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