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-607- irresolución, encogimiento, escrúpulos, etc., parece que se quedaron en él, juntamente con el resfria do. Salí sano del todo y enteramente otro. Ya ve vuestra Paternidad que la idea del P. Diego al ha– blar al P. Vicario y su instancia en que no fuera con Fr. Pacífico no podía nacer de conocimiento cierto de lo que iba a suceder en especie o al menos en general. Quizá tamb ién por el mismo modo sobre– natural sabría que yo iba a Cartuja; porque yo no me acuerdo haberlo di cho a alguno. El Padre no acostumbraba a salir de la celda para otra ni repli– car lo más mín imo a los Prelados a lo que una vez le decían. También aquella noche, encontrando al P. Vi gueras, le dijo: -«Se lo estuve rogando al P. Vicano que no lo mandase co11 Fr. Pacifico, sino con vuestra Paternidad . Gracias a Dios que no ha permitido ma– yor daño. » Mi madre hizo celebrar en el convento una funci ón de acción de gracias a N. P. S . Fran– cisco. El P. Fr. Diego hizo un sermón de los mejo– res que se han oído. He referido punt;:al y fielmente todo lo entonces sucedido para que vuestra Pater– nidad haga de ello el uso que estime conveniente. De vuestra Paternidad afectísimo hermano en el Señor, FR. SALVADOR J OAQUÍN DE SEVILL A. » (1) Durante la estancia (eñ7<oncta\ ~el Be~ debi ó llegar a Granada el Rvdmo.P. General de la Orden. En una entrevista que tuvo el P. Alcober con él y con el P. Provincial, logró lo que tanto había desea– do, que el Beato Diego fuera destinado a Granada. Así se lo comunicó. el P. Provincial al Siervo de Dios. Este empeño terco del P. Alcober y su con– ducta displicente pusieron al Beato en una gran tri– bulación, y le hicieron expresarse de este modo: (1) Cardenal Vives, pág. 236.

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