BCCCAP000000000000000000000177

-606- ¿no puede ir con el P. Fr. Miguel de Vigueras»? -No, señor, dijo el P. Vicario. Fr. Pacifico sale con todos y no hay cuidado.» Yo, ignorante de estos ofi– cios de Fr. Diego, fui a la Cartuja, donde Fr. Pací– fico hizo aquel día algunas travesuras, y, disgusta– do , no quiso comer. Guardéle la comida y a eso de las cinco de la tarde, después de regar yo algunas plantas del jardín de la celda en que estábamos, le dije si quería comer; me respondió que no, sino be– ber una poca de agua . Entramos en la celda, y salí al jardín a sacarla del pozo; no advertí que se vino detrás; llegué P-1 brocal e iba a sacarla, cuando me cogió por los piés y me echó de cabeza en él. Al caer invoqué a N. P. S. Francisco. Fuése Fr. P aci– fico, cerró la puerta del jardín con el cerrojo y la exterior de la celda con la llave, y con la precipita– ción la rompió, quedando las guardas dentro de la cerradura. Por disposición de Dios, el pozo era de medianía con otra celda del P. D. Vicente lbio, en– tonces receptor, el que, aunque era tarde de recreo, se había quedado en la celda para rec ibir un poco de dinero y ajustar ciertas cuentas. Este monje oyó el golpe en el pozo, no hizo caso al principio; pero, viendo que continuaba cierto extraño ruido, acudió, y dice que me vió con sólo una mano fuera del agua y un pedazo del hábito lejos de los piés. Tiró el cal– dero con que se sacaba el agua, atado a una soga de esparto, en cuyo tiempo fué cuando yo saqué la cabeza del agua, me así de la soga, metí los piés en la caldera. y me sacó. El P. D. Constancio, que es– taba t.<tmbién en la celda, vino, pero casi no ayudó a cosa alguna. El pozo tenía seis varas de agua y tres de luz. Yo salí sin golpe ni daño, ni hice otra medicina que mudarme de hábito con el de un cartu– jo y ponerme una túnica mojada en aguardiente. Un resfriado pesado que padecía se quedó en el pozo. Mi

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz