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-605- lla, en la que tuvo una entrevista con el Rvdmo. P. Ge– neral de la Orden. En mayo predicó en la Iglesia de la Cartuja; después en Sevilla predicó al Regimien– to Provincial de milicias, un quinario a S. Juan Ne– pomuceno, varios sermones sueltos y uno a la Real Sociedad de Medicina; pero, agravándose en sus males, le obligaron los médicos a volverse a Ronda, a la cual llegó el 12 de junio, como él dice, con toda la máquina descompuesta. Incidente de la Cartuja. -Durante su estancia en Sevilla, ocurrió el siguiente caso, que prueba el es– píritu profét ico de nuestro Aoóstol. Vivía en nuestro convento de dicha ciudad el V. P. Salvador Joaquín de Sevilla, de la primera nobleza de ella y dirigido del Beato Diego. Hombre de gran ingenio, insigne poeta latino, gran predicador, estaba entonces en los prin– cipios del apostolado, pues era muy joven y, según dicen los biógrafos, casi inutilizado por los escrúpu– los. Acostumbraba ir algunas tardes a la Cartuja, situada a la margen opuesta del Guadalquivir, donde predicaba unas veces a los monjes y otras a los sir– vientes . «El 13 de mayo-refiere el mismo P. Salva– dor- estando el P. Fr. Diego predicando en Santa Maria Magdalena el quinario de S. Juan Nepomuce– no, pedí permiso al P. Vicario, Fr. José de Burgos, pues creo que el P. Guardián había ido a despedir a Nuestro Rvdmo. P. General a Sanlúcar, para ir a la Cartuja, a donde iba casi siempre solo; pero enton – ces quiso el P. Vicario que fuese con compañero y que éste fuese el hermano Fr. Pacífico ele Anteque– ra (demente). Sabiendo el P. Diego, no sé por donde, que yo iba con él, fué a buscar al P. Vicario y le supli – có no me dejase ir con él. -«No sea, dijo, que tenga· mosque sentir. Ya ve, vuestra Paternidad, cómo tiene la cabeza. » Replicó el P. Vicario que no tenía otro con quien enviarme, a lo que el Padre dijo:- «Pues -1 1

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