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- 598-- gar queda dicho, se bajó del púlpito, sacudió sus san - dalias y se alejó anunciando el castigo divino. Dios, qµe iba a destruir a Málaga, lo aplazó; pero, causan – do el cólera más de 30.000 víctimas, Málaga quedó casi despoblada. Para que tuvieran cumplimiento las amenazas del gran Apóstol, por orden gubernativa se cerraron los templos, suspendiéronse los sermo– nes y funciones religiosas, y una terrible inundación del Guadalmedina puso el colmo a tantos desas– tres. >> (1) En los sermones de Jerez anunció el cólera del siguiente modo: «Hui réis de vuestras casas, dejaréis el pueblo, saldréis a los campos, pero no encontra– réis en ellos sino cadáveres de los muchos que mori – rán por todas partes: estos serán las espigas y frutos que darán vuestras campiñas.» El presagio se vió li – teralmente cumplido. Huyendo del cólera, se refu– giaron en los campos, donde murieron a millares. Coincidió con el cólera la pérdida de la cosecha, y el trigo se llegó a vender 100 pesetas la fanega. Así se vieron cumplidas las palabras del S iervo de Dios que decía: «¡De cuántas aflicciones y males se libra– ría el que pudiese dormir desde ahora hasta el año siguiente!» Cuando fué a predicar la Misión de Cádiz (1798), le oyeron gemir y suspirar en el coro bajo del con– vento, y, preguntándole Fr. Carlos de Génova la causa, respondió: «¡Qué he de tener, hermano mío!– Ie contestó sin poder reprimir las lágrimas.-Estoy viendo los males que amenazan venir sobre esta ciu– dad; nací en ella, y en ella recibí la mayor y primera gracia y don del cielo, que es el bautismo; les debo a sus vecinos la estimación que no merezco, y no - (1) Cardenal Vives pág. 234. -P. Luis A. de Sevi– lla. pág. 555.
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