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-597- costa del honor de los sacerdotes de Dios; habéi s abusado de su respet able traje y en público habéis tratado a convencernos de venales de la sana y san – t a moral. .. pues días vendrán, y no están lejos, en que buscaréis despavoridos a los sacerdotes y no los encontraréis: los llamaréis a gritos, revolcándoos en vuestros lech0s y en las calles, y no os r esponderán . ¡Ah! ¡ah ! ¡ah ! ¡Cuántos moriréis sin el consuelo y au– xilio de su asistenci a y exhortaciones! » Un murmullo general salió del audi torio, las dis– ·Cusiones fueron generales en aquella noche en toda Sevilla; tacháronlo unos de imprudente y otros lo cre– yeron; mas la profecía se cumplió en todas sus par– tes. Al poco tiempo la populosa Sevilla era un in– menso hosp ita l con 50.000 atacados del cólera. Los sacerdotes, víctimas también de la epidemi a, no po– dían asistir a tanto enfermo, y los pocos que queda– ban estaban extenuados .... . y, con tanto clero secu– lar y regular , morían pidiendo a gritos un sacerdote, sin encontrar ninguno disponible. En la última Misión de Málaga (diciembre de 1798) parecía el profeta Jonás predicando a Nínive . «¡Oh Mál aga! ¡Oh amado pueblo, qué de males y castigos te esperan! Vocaui et renuistis ... ego ve– ro in interitu uestro ridebo. » «Vuestra disolución en los trajes--aiiadía-vuestra falta de respeto y veneración en los templos , vuestra relajación y por– te han estorbado que se os haya distribuido en ellos el pan de doctrina que tanto necesitáis; pues días vendrán en que busquéis en ell os el pan celestial que no perece, en que solicitéis postraros al pie de los altares para pedir misericordia, y no lo lograréis, por– ,que los encontraréis cerrados. >> ( 1) Como en otro lu- (1) Cardenal Vives, pág . 234.

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