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-591 - otros libros regalistas; se mandó a los Prelados que concedieran por si toda clase de dispensas, y se pre– paró todo para consumar la iniquidad de separar a España de la Iglesi a Romana, lo cual se frustró pro videncialmente, ahorrándono.; las consecuencias gra– visimas que hubieran caído sobre nuestra patria . Desde el primer momento lo adivinó el gran Apóstol, y Dios se encargó de que conociera la ver– dad. «Por el modo con que te expresas sobre el De– creto Real (el que prohibió comentar la muerte de Su Santidad) escribe a su íntimo el Padre Francisco González-conjeturo que he pensado yo como tú, aunque no con tanta comprehensión ni con tanta sin– ceridad. He dicho algo, antes de intimársenos los repeti– dos, rigorosos preceptos generales y provinciales para que ni en público ni en secreto hablemos de este asunto. Si tú no lo tienes, t e pido encarecidamente por Dios que me des alguna luz o digas tu modo de pen– sar para mi gobierno, porque no puedo reducirme a pensar bien de tales cosas, ni a disculparlas. No quiero errar; dime si yerro. ¡Qué se yo si se fulminarán contra nosotros los anatemas que sobre los montes de Gelboé por la in– sensibilidad increíble con que oímos la muerte de nuestro Santísimo venerado Padre y señor Pío VI: quasi non esset unctus oleu! ¡Oh execrable im– piedad de nuestro degradado y depravado siglo! La Hermana Antonia me ha dicho (escribe el Beato desdejerez)que a la una del mismo día (29 de agosto) en que falleció Su Santidad, vió su dichosisimo tránsi · to , y que coronado con la corona del martirio, fué lle– vado al cielo en los gloriosos brazos de María S antí– sima, nuestra Señora, sin pasar por las penas del

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