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-589- con las direcciones espirituales, viéndose en mil apu– ros y bochornos. Alguna revelación debió tener la Hermana An– tonia -o tal vez la anteriormente citada -y se la co– municó al P. González, éste al Beato, y los dos al P. Alcober. «Hace tiempo- escribe-que pensaba remitir a usted ese papel, que me confió el Director de esa buena alma en Ecija , el R. P. Presentado Gon– zález, después que vine de Málaga, cuyo contenido es muy conforme a lo que allí vimos y sucedió. Por lo que respecta a mí, no dudo que da el Se– ñor a entender el que quiere que sea y cual debe ser mi interior y mi predicación para no desagradar– le; pero cada día me hallo más distante de ser el que debo. Su Majestad tenga misericordia de mí y me mude este helado y empedernido corazón. En los primeros días del pasado agosto, estando en la oración o en no sé qué otro ejercicio, se me propuso con viveza: Milzi vivere Christus est. Pa– ré la atención en distintas ocasiones, a ver si perci– bía su significado, porque desde luego las tomé por punto de meditación, y no ocurriéndome cosa algu– na, me persuadí que se me daba aquel aviso, para que con él obrase cuanto me correspondía, y ante todas las cosas el buscar su significación en algún expositor sagrado. Hícel o así, y en el primero, que fué el P. Alápi– de, hallé que Nuestro Señor Jesucristo es causa de nuestra vida: 1. º Causa eficiente, porque es el que nos da la gracia para convertirnos, justificarnos y practicar después las virtudes. 2. º Es causa ejem– plar, porque con su ejemplo nos enseiia cómo debe– mos vivir. 3.º Es causa objetiva y final, porque de– bemos dirigirle todas nuestras cosas, aspirando en esta vida a su unión y en la otra a gozarle en la bie- ~o

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