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-582- su Director; pero ha sido, ya por no haber ocurri– do cosa especial, ya por estar bastante atareado con la Pastoral y con alguna predicación , y ya, porque le considero en las gravísimas anuales tareas de ejercicios, novena etc. Dios dé a usted fuerzas para tanto y el fruto en las almas que apetece. De este nada he oído de la novena que prediqué el mes pa– sado de Ntra. Sra. de la Paz, ni de las pláticas que estoy predicando los viernes de Ntro. P.Jesús Naza– reno. S in duda que mi falta de preparación y el hie– lo de mi corazón son la causa de tanta frialdad en los oyentes. Me creo que mi vida y mi predicación cau– san náuseas y excitan a vómito al Señor, que con infinita pacienc..a me tolera. Hace algunos días que, al ponerme en la oración, me pareció que para venir Dios a mi corazón tenía que atravesar un campo de nieve que por todas partes me rodeaba. Los miedos de perderme son grandes y continuos; pero lo es igualmente mi insensi bilidad y mi incorregibi– lidad en todo. La disipación es indecible; y aunque procuro nunca estar parado, me parece que nada ha– go de lo que debo, y que soy en la lglesiade Dios un zángano o un Fray Mosca, que para nada sirve. (1) Enfermedad del Beato Diego. -Por abril cayó en una grave enfermedad del hígado, con lo que el Señor puso a prueba su paciencia. Oigámosle: «Des– de que recibí la muy apreciable de usted de 16 del pasado, no le he escrito, p~rque a fin es de Cuares– ma se empezaron a renovar mis antiguos malecillos, se formalizaron luego que pasó la Pascua , y han continuado hasta la semana pasada en que empecé a hacer algo. Ha sido el dolor de estómago con calen– tura continua, aunque lenta en las primeras semanas,. algo de inflamación en él y alguna ictericia. Me die– ron tres sangrías, continuos remedi os, etc.; pero- (1) Cartas de conciencia, 26 de febrero de 1799.

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