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CAPÍTULO XXXVIII Enfermedad en Ronda .- Tribulaciones .-Pri– sión de Pío VI. - Muerte de S. Santidad. - Senti– miento del Beato Diego. Misi ón en Ceuta. 1798 Año verdaderamente terrible fué el 1799 para la Iglesia y para España. El Pontífice Pío VI, prisione– ro del Directorio de Francia, esperaba la hora del sacrificio, cautivo y despojado de sus Estados. Es– paña, a las órdenes del mismo Directorio, se com– prometió en guerras desastrosas y a dar libre entra– da a libros y agentes franceses, portadores de las ideas revolucionarias. ¿Cómo iba el Beato Diego a sofocar aquel diluvio de impiedad, que todo lo inun– daba? Hasta la Iglesia Española corrió gravísimo pe– ligro de caer en el cisma, arrastrada por Urquijo y Labrador, sucesores de Godoy. Ya hemos visto cómo, por la intercesión de unas cuantas almas santas, Dios aplazó los dos castigos que amenazaban a España: el flagelo exterior y la herejía y el cisma en el interior, y también la parte que en esto cupo a nuestro Beato Diego. Ahora nos toca ver cómo los sucesos que conturban a la Iglesia y España se van reflejando en aquel núcleo de almas santas, poseedoras de la verdadera historia. Empezó predicando en Ronda la novena de la Paz: «Mucho me he retardado el escribir a usted-dice a

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